De chiquita solía quejarme de mis callos en mis dedos por escribir.
No sé por qué motivo, mis papás me obligaban a hacer la letra muy fuerte, tanto que dejaba la página bien marcada y parecia mas lectura para ciegos que otra cosa.
Por supuesto, mi dedo grande de la mano derecha era el que sufría, y sufría más cuando escribía enojada, triste, inspirada.... tenía un callo del tamaño casi de la uña y costó que se me quitara. De hecho, todavía se me nota un poquito.
Y hoy que prácticamente escribo tan poquito a mano, he notado que los callos, no desaparecen realmente, solo cambian de lugar!! hoy que escribo tanto en la computadora, tengo un callo parecido al de la foto, aunque no tan feo :P.
De todas maneras, puedo asegurar que después de todo, me gustan mis callitos. Con ellos me acuerdo de mis largas sesiones de escribir, de sacar mis sentimientos, mis penas, mis alegrías, mis emociones, en fin, dependiendo del tamaño, así generalmente ha sido mi inspiración. Los callos por escribir siempre van a tener alguna historia que contar y la verdad es que son todo un orgullo....!